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#4 2012
6 min läsning

Periodismo en el México Actual

Credits Texto: Gabriella Isabel 17 april 2012

Se ha dicho mucho sobre el periodismo en México, y sobre aquellos valientes que aun se atreven a ejercerlo. Que si hoy en día querer ser periodista en nuestro país es solo una opción para los suicidas, que si vale la pena arriesgarse para que uno ni siquiera pueda ganar dinero suficiente para llevar una vida modesta, y peor aún, que el hablar sobre “ciertas personas” pone en riesgo tu vida y la de tu familia.

Apenas terminé mi carrera de periodismo en la ciudad de México. Al principio, desde mi primer año, recuerdo que mi familia siempre cuestionaba mi decisión. “Hija, pero, ¿estás segura de que te quieres dedicar a esta carrera? También podrías estudiar arquitectura, o biología”, me decían mis padres. Pasaron los meses, y al darse cuenta de que en realidad hay gente que tiene una necesidad de escribir sobre lo que pasaba en el país, como los que ejercemos este oficio, los comentarios cambiaron a ser de otro tipo: “bueno, si quieres ser periodista esta bien, cuentas con nuestro apoyo, lo único es que te pedimos escribas solamente de cultura o de deportes, cualquier tema que no este relacionado con gente a quien sea peligroso señalar”. En pocas palabras, no te metas con aquellas personas que no deban ser señaladas.

Y es aquí en donde comencé a preguntarme ¿Quiénes son estas personas intocables? ¿A quienes se les tiene que tener respeto y no se les debe de tocar ni con los trazos de una pluma? ¿Quién les dio este derecho? Pues, preguntas muy fácil de responderse: son aquellos poderosos de quienes se debe pretender que no hacen nada. Mantener la vista gorda de sus acciones, aquellas que hieren con una estaca y ensangrientan a toda la nación. Este mismo derecho se los hemos dado todos nosotros, al mantenernos indiferentes ante una nación gestada en la misma raíz de la corrupción.

En México es especialmente peligroso ser parte de aquel grupo de periodistas que cubren el crimen, la corrupción, los asesinatos y el narcotráfico. El redactar un texto sobre acontecimientos que ocurren en alguno de estos ámbitos es ponerse la soga al cuello, es vivir en peligro de muerte latente no solo el que lo escribe, sino también sus seres queridos.

La organización Artículo 19, dedicada a defender los derechos de los periodistas y la libertad de expresión, asegura que en México el peligro para aquellos que escriben no solo viene de los cárteles de droga y de sus bandas. Ahora los periodistas también deben de estar pendientes del Estado, quien se ha vuelto cómplice de la violencia contra la prensa en el país.

Nos encontramos en números rojos, la democracia en la que creíamos vivir se desmorona ante nuestros ojos, las cifras hablan por si mismas: el año pasado, en 2011, se presentaron 172 agresiones relacionadas con el ejercicio de la libertad de prensa. Nueve asesinatos contra periodistas. Dos asesinatos de trabajadores de medios. Dos desapariciones de comunicadores y ocho ataques con armas de fuego o explosivos contra instalaciones de periódicos.

Entre las provincias que presentaron el mayor número de periodistas y medios agredidos se encuentran Veracruz (con 29 agresiones), Distrito Federal (21), Chihuahua (15), Coahuila (15) y Oaxaca (11).

El año pasado, en una cumbre internacional de medio ambiente que cubrí, recuerdo haber conocido a una periodista un respetable periódico nacional. Muy amable, la mujer de poco menos de 30 años, al enterarse de que yo me encontraba empezando mi carrera periodística, muchas veces me repitió la misma frase: “tu no te metas en este oficio. Eres joven, aún puedes cambiar el rumbo de tu carrera. Esta es una profesión desagradecida, el pueblo no tiene memoria, no vale la pena arriesgar tu vida”

A pesar de las alarmantes cifras ya mencionadas, debo mencionar que existe un peligro aun mayor. Es aquel que se gesta dentro de cada protagonista de la palabra, que se insta en los mismos huesos y que comienza a crecer, y crece y crece hasta paralizar todas sus acciones: me estoy refiriendo a la autocensura.

Nos hemos dado cuenta que en México no sólo es riesgoso ser periodista, sino que una de las consecuencias directas a la falta de apoyo y de justicia hacia los periodistas son las coberturas que se han dejado de hacer, sobre todo porque el país se esta quedando sin investigación en cuanto a temas mismos que le están quebrando la espalda.

Lo han dicho directores y editores de periódicos locales, ellos confiesan aplicar autocensura en sus medios por amenazas de muerte, porque es preferible sacrificar la información en lugar de la vida de un ser humano. Y si esta información no sale a la luz, entonces no hay registro, y la corrupción sigue estando en su gran trono de oro, del cual se encuentra despreocupada de que algún día pueda ser desterrada.

También se ha dicho que se publica lo mínimo para seguir los temas, pues otro factor importante ante este sombrío panorama son los sobornos. Tristemente, muchos son los periodistas que hacen una nota a favor de los poderosos, a cambio de una cena en un restaurante barato, o a cambio de un billete con más de un cero. El dinero fluye en las campañas políticas locales, entre los policías, entre los carteles de droga y las instituciones de gobierno. Se paga por no investigar, mejor dicho, por una simulación de investigación, una “mirada por encimita”.

Este es el panorama con el que me encuentro ahora que salgo de la carrera. Poco inspirador, con muchos retos, pero al mismo tiempo, con una oportunidad de cambio. Mi lector se preguntará si he pensado en cambiarme de carrera, en ejercer un oficio mucho más noble, quizás más sencillo y redituable. Lo he pensado, claro esta, pero creo que cuando uno nace para ser periodista, o para ser escritor, es algo que trae en la sangre, en las mismas venas, algo que corre por todo su ser y que es parte de uno siempre. Es algo que no se puede ocultar.

Si, hay peligro y corrupción en este país, pero también hay gente que esta dispuesta a cambiar este panorama. A dar la vida por que su gente abra los ojos, por que deje atrás esa apatía y porque vuelva a creer en la democracia, ya que como bien lo dijo Joseph Pulitzer: “El poder para moldear el futuro de una república estará en manos del periodismo de las generaciones futuras.”

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